El Tantra es una disciplina frecuente del mundo hinduista y budista que data de 600 AC, y que pretende alcanzar la iluminación. A diferencia de otras filosofías que marginan los deseos, ésta incorpora la pasión sexual, trasformándola en un camino de disciplina y entrenamiento para canalizarla hacia un fin. La concepción del sexo tántrico no hace distinción entre lo puro y lo impuro, la belleza y la fealdad, el bien y el mal. Al igual que en la concepción taoísta de Yin-yang los opuestos se complementan para configurar el proceso de lo divino. Afortunadamente, de la misma forma que en el sexo tántrico, se está comenzando a valorar la importancia de la mujer y la parte femenina que está dentro cada uno, fuente de riqueza y evolución permanente, sin necesidad de competencia o guerra de los sexos. El lugar donde se practica es muy importante. Se recomienda preparar el espacio como un templo para el amor, donde haya almohadas suaves, sábanas con tejidos naturales, flores, velas, incienso y aceites aromáticos para masajes. La respiración es fundamental. La pareja debe sincronizar sus respiraciones para iniciar la conexión. Sentados uno frente al otro, uno inspira mientras el otro expira y así sucesivamente durante varios minutos.
En el Tantra es fundamental conectarse con el presente para disfrutar de cada paso. La mayoría de las ocasiones, nuestro estado de conciencia se ve afectado por nuestro propio interés por el orgasmo. Y concentrar nuestra atención en algo que está por llegar, hace que nos perdamos el maravilloso momento presente.
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