La tanorexia es la obsesión por tener la dermis “morena”, que hace que quienes la padecen no tengan noción del tiempo y, sin importar si es verano o invierno, recurran a cualquier clase de métodos para lograrlo, desde maquillajes corporales hasta tratamientos en cabinas de rayos ultravioletas.
El problema con este último tratamiento (y por cierto, el que más se usa por la duración del efecto) es que genera adicción, ocasionada por el empleo de endorfinas, que son sustancias químicas que producen una gran sensación de relax y crean una especie de anestesia contra el dolor.
Por ello el que ingresa a las cámaras bronceadoras lo repite en muchas oportunidades. Y el acumulado de sesiones provoca fotoenvejecimiento prematuro y cáncer a la piel, haciendo que el remedio resulte peor que la enfermedad.
De momento no existen datos oficiales de personas que sufren esta enfermedad, aunque el perfil observado se centra en una mujer de entre 20 y 35 años.
Con esto no se quiere decir que sea malo sino que hay que tomarlo con mucha delicadeza y nada en exceso es bueno.
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