No conforme con esto, la miel contiene minerales como el potasio (especialmente las oscuras, provenientes de bosques) y el fósforo, este último elemento importante para la metabolización de los hidratos de carbono; oligoelementos, como aluminio, cadmio, silicio, boro, titanio, plomo, níquel, cinc, litio, estaño, cromo y radio; pequeñas cantidades de vitaminas del grupo B, vitamina C y ácido pantoténico; enzimas tanto vegetales como animales (provenientes del polen de las flores y de las mismas abejas), que son las encargadas de facilitar que el organismo asimile fácilmente los azúcares sin causar problemas digestivos, e inhibinas, las cuales aportan su acción antibiótica y, actuando conjuntamente con los monosacáridos y la acetilcolina la cual, además, favorece la irrigación sanguínea aportan a la miel una acción curativa sobre heridas. Una de las razones por las que se debe evitar someter a la miel a altas temperaturas es que las inhibinas se destruyen por acción de la luz y el calor.
- Está compuesta de un 20% aproximado de agua.
- Un 80% de hidratos de carbono procedentes de sus azúcares: 38% de fructosa, 32% de glucosa, 5% de sacarosa, 7% de maltosa y el resto de isomaltosa, erlosa, rafinosa y otros (cada cucharita de 4 g. aproximados de miel contiene 1g. de glucosa).
- La miel proporciona unas 330 cal/100 g.
- Sales minerales de fácil asimilación ricas en: potasio, calcio, hierro, fósforo, magnesio, manganeso y cobre.
- Las vitaminas presentes en la miel, aunque en pequeñas dosis, a diferencia de las presentes en frutas y verduras, no se pierden de una forma rápida en su almacenamiento, sino que se conservan durante largo tiempo. Destacan la vitamina A, C, D, E, K, y el grupo B.
Asi que hay mas de una razon para probar e utilizar este rico alimento, que te servira no solo para adentro de tu cuerpo si no para el exterior.
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